Hace unos días la conversación de café derivó en una pregunta: ¿Cuál es el rol de la Legislatura? La respuesta inmediata, casi sin grandes razonamientos es: “para hacer leyes”. La Constitución con claridad confirma esta aseveración rápida de uno de los contertulios. La Carta Magna no lo dice taxativamente, pero entre muchas responsabilidades confirma que uno de los deberes que además le confiere la sociedad es el de control.

En esta semana de cumpleaños en la que resaltaron logros de gestión, gobernantes y funcionarios aprovecharon para hacer balances. La primera mirada es que la Cámara es demasiado prudente en sus tareas de contralor. Los representantes del pueblo aparecen como los más complicados para mirar a los ojos a sus votantes. En el recinto se muestran con ideas claras y muy definidas, pero en los pasillos de la Cámara las relaciones son estrechas entre los opuestos. Y, lo mismo pasa en las comisiones donde oficialistas y opositores discuten con más sinceridad, pero como lo hacen de espaldas a la prensa, sus resoluciones pierden transparencia. En el afán de defender posturas se alejan de las necesidades de quienes los votaron y hasta los confunden.

Estas actitudes son el botón de muestra o una sincera metáfora de lo que les pasa a vastos sectores de la sociedad. El vértigo de las redes sociales obliga a que en un “presente inmediato” o, tal vez en un “presente continuo” se definan por blanco o negro, por buenos o por malos, cuando la realidad son distintos tonos de grises porque, muchas veces, los buenos se equivocan o los malos se redimen. Quien menos entiende esto tal vez sea el propio presidente de la Nación que puede expulsar de sus huestes a quien no intuye o no sabe actuar como los pensamientos -no las reglas- del número uno.

Así funciona hoy la política. Respuestas aceleradas por sí o por no, sin explicaciones y listo. Todo a la velocidad de un posteo. Los fundamentos de una contradicción quedarán para los historiadores del futuro. Hoy no hay tiempo ni ganas. Incluso el miedo invade a los interlocutores que prefieren responder blanco o negro, bueno o malo, Cristina o Quintela, Milei o los otros antes de explicar cosas. Antes de arriesgarse a la crítica o a la cancelación. Tucumán -como muchos lugares del mundo- no escapa a esta nueva lógica.

Los legisladores atrapados por el miedo a quedar sin algún privilegio o algún beneficio llegan a sacrificar leyes o discusiones en nombre de no arriesgar o por el miedo a terminar aplastado por un hilo de X (tuit) o de cualquier ola de comentarios. Así suman desprestigio, dan lugar a que la mayoría de las leyes sean las que ordenan en la Casa de Gobierno y diluyen su capacidad de control. Y, finalmente, terminan tan mal vistos que hasta parecen periodistas.

La prudencia suele ser buena consejera. En estos tiempos en los que se está con Jaldo o con Manzur o con Cristina o con Quintela, el presidente de la Legislatura busca un lugar neutral. Miguel Acevedo no se juega, ni se define. Los silencios de Manzur lo tironean, las conversaciones de Jaldo lo zamarrean. El vicegobernador quiere ser Suiza. El pequeño país europeo que cuando ya se había desatado la Primera Guerra Mundial se declaró territorio neutral en noviembre de 1915.

En esta incapacidad de ver grises que imponen las nuevas reglas sociales, Acevedo es tildado de incapaz, de timorato, y con otros epítetos que buscan defenestrarlo. Pero la neutralidad que muestra el presidente de la Cámara parece bajar a un recinto que lo integran legisladores cautos y no muy preocupados por controlar a los otros dos poderes. Los juicios políticos en marcha y una que otra cuestión son pequeñas excepciones que confirman la regla o que disimulan los incumplimientos.

Unidades olorosas

Hace tiempo, cuando del Instituto de la Vivienda salían fétidos olores y algunos funcionarios terminaban sentados en el banquillo de acusados y al mismo tiempo determinados empresarios rezaban para que el banquillo desaparezca, se creaban unidades ejecutoras. Esas débiles y sospechosas instituciones evitaban los andariveles del Poder Ejecutivo y resolvían en forma independiente contrataciones y otras acciones. En los últimos días en la Legislatura se aprobó la desaparición de una de ellas para delegarle esas funciones a la intendencia de Tafí Viejo. Respondía a la lógica de que en Lomas de Tafí trabajadores de ese municipio realizan varias tareas de servicio. Sin embargo, el proyecto que de alguna manera beneficiaba a la intendenta Alejandra Rodríguez fue apoyado por propios y extraños. Sin embargo, este viernes el látigo del titular del Poder Ejecutivo reaccionó con velocidad para que tanto en Obras Públicas como en el Instituto de la Vivienda elaboren objeciones y en menos de 24 horas termine firmado el veto. Algo así como que Suiza pretende ser independiente pero el territorio está ocupado.

La energía del olvido

En el vértigo de los tiempos actuales la mayoría de los tucumanos sólo podríamos decir que el 13, el 14 y el 15 de marzo fueron días que pasaron y que nunca más volverán. Sin embargo, son fechas en las que el gobernador se salió de las casillas. La luz se apagaba en las casas, los ciudadanos transpiraban más de la cuenta y al titular del Poder Ejecutivo se le prendió la lamparita. Creó una comisión para saber qué estaba pasando, descabezó la secretaría de Energia y puso patas para arriba al Ersept para que poner quicio en la oscuridad. Mientras, el primer mandatario nombró a José Ascárate en el Ersept, pero nunca puso a alguien en la secretaría de Energía que este ocupaba. Dejó sin política un área fundamental en estos tiempos. En tanto, la comisión, que como en la fábula de la carrera entre la liebre y la tortuga llegó a la meta. El presidente de la comisión de Energía en la Legislatura, Luis Olea, permitió avanzar en la investigación. La Casa de Gobierno se había comprometido a sumar al secretario de Energía pero como nunca fue designado, por lógica existencial, nunca fue a las reuniones. El ministro de Economía Daniel Abad debía completar ese equipo de trabajo enviando a alguien, pero tampoco se acordó de hacerlo, aparentemente. Mañana el legislador radical José Saleme presentará el informe públicamente. Mientras él prepara la lectura de un largo informe donde describe fallas regulatorias, sanciones insuficientes, falta de política energética, resarcimientos ineficientes de la empresa de energía y hasta una propuesta de obras y de gestión de fondos, el látigo de la Casa de Gobierno podría despertar al ver cómo se les escapó la tortuga.

El gasto del ahorro

Jaldei anda en otros temas. Como esos almaceneros del siglo pasado y con prosapia gallega, tiene el lápiz en la oreja y no hace más que sumar y restar para retorcer más aún el torniquete de las cuentas públicas. Lo saca de quicio un tema: los excedentes financieros. Se trata de atribuciones que tienen otros poderes como el Legislativo y el Judicial y otros organismos autónomos. Aquel nombre eufemístico se podría traducir como aquellos fondos que no se gastaron en el ejercicio vigente y que se los puede guardar para otras tareas u obras. Seguramente, Jaldo siente cierta desigualdad en ese juego administrativo porque terminan haciéndose cosas con la plata que sobra ya que pasa a engrosar el presupuesto siguiente. Por eso, esta vez, el látigo del veto cayó sobre estos dineros. No sería imprudente augurar que aquellas aguas que venían bajando calmas en la relación interpoderes terminen afrontando alguna marejada en el futuro próximo. Jaldei vuelve a romper algunas tradiciones ya que es el primer gobernador que toma una decisión por el estilo desde la época de Julio Miranda. Los otros poderes se convertían en intocables en cualquier tema donde la plata fuera el tópico central. Los defensores del uso del látigo afirman que en tiempo de extrema pobreza es inaudito que por los excedentes financieros haya poderes que tengan dineros en el banco.

Por esos mismos lares auguran que seguirá ralentizado el nombramiento de los jueces. Alguien les habría acercado estadísticas que advierten que hay juzgados que atienden sólo 10 causas por mes. Y mientras Jaldei vetó -y refunfuñó- también ante un nuevo intento de darles una jerarquía especial a los fiscales auxiliares, en la Casa de Gobierno hacen demasiadas preguntas sobre los relatores y sobre sus remuneraciones. El tema de los salarios en el Poder Judicial cada vez es observado con más lentes y mayor detenimiento. Las desigualdades en el mismo poder y respecto de otros, empieza a hacer cosquillas en tiempos de ajuste.

Todas estas tribulaciones del gobernador coadyuvan a olvidar que en la contienda Cristina vs. Quintela, él quedó del lado de los perdedores. En la misma mesa de café donde los contertulios preguntaban sobre tareas de la Legislatura respondían sobre el rol de Jaldo en la interna del PJ nacional. Haberla jubilado a Cristina no le suma ni le resta, argumentó un peronista sabiondo. Al fin y al cabo ella necesita respaldo y si viene a Tucumán o a las provincias del norte que le dieron la espalda el no encuentro o la disidencia sólo va a perjudicar a la ex presidenta y ex vicepresidenta. Los jaldistas parece que siguen en modo festejo.

La Provincia, sin embargo, sigue la sangría de demasiados años de olvido por eso las prioridades son la energía, el agua y alguna señal de cambio en las reglas políticas. La elección de La Cocha con candidaturas hereditarias no da augurios de transformación.